una sola vez me tocas,
como la marea
que acaricia mi espalda
una sola vez.
Golpeo la arena de tu golfo
empuñando caracolas
de sabrá Dios cuantas resacas.
Cuantos pajarillos
surcan tu neblina, golfo,
haciendo caminos
de hileras grises
planeando despavoridos
ante el inquieto sonsoneo
de mis pies andariegos.
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